LA INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA Y LOS MODELOS DE CONTROL EN AMÉRICA LATINA.


Cita:
Elbert, C. A. (2013). La Investigación Criminológica Y Los Modelos De Control En América Latina. Revista Vox Juris, 26(2), 95-106.

Dentro del marco teórico de las ciencias sociales y su expresión contrastada a la crisis de los modelos de control del siglo XX, se asiste a una crítica general al modelo penitenciario latino americano, como un sistema que todavía está vigente insistiendo en la existencia de otros medios alternativos en pro de la búsqueda de unas necesidades propias de un sistema cambiante propio de otro siglo.

De modo tal, el norte interpretativo del delito y la delincuencia, realmente funcional al sistema, es la inseguridad de los que tienen, frente a la presunta barbarie de los hambrientos expulsados del paraíso de mercado. Los delitos contra la seguridad física y material se hacen psicológicamente insoportables, los medios de comunicación los reproducen sin interrupción y los valores de la clase gerencial se tornan “sentido común de la sociedad”.  (Elbert. 2013, p. 100)

De una u otra manera la persecución exhaustiva de los delitos más comunes se reproducen en las esferas de comunicación más próximas al proceso de construcción informativa de la sociedad, como los noticieros o programas que influyen en la importancia de regular los estadios de los delitos que para ellos son los más dañinos a la sociedad.




Según los sistemas de información se hace lo más próximo para determinar el daño general de estos delitos en pro de la consolidación de una persecución  que según el autor puede considerarse psicológica, y que persigue a los delitos que por su naturaleza producen personas que están arraigadas culturalmente a una expulsión demográfica de la geografía dentro de los puntos más apartados del centro territorial, de cualquier punto cardinal de importancia.

Creando un sistema de rechazo en la sola concepción del delito, desde la estratificación del mismo sistema penal y su persecución a lo que según los medios de comunicación son los delitos más dañinos a la seguridad democrática del Estado, olvidando otra persecución informativa como lo son los delitos de “cuello blanco” que popularmente se conocen que son desarrollados por clases sociales dominantes o de un estrato socioeconómico más acomodado que los anteriores.

El discurso de la seguridad se vuelve hegemónico y casi se diría lógico, de aquellos que pueden pagarla, siendo que conforma una cosmovisión aristocrática e insensible. Los actuales engendros de la seguridad son presentados, aplaudidos, legislados y llevados a la práctica como si fuesen políticas criminales, pese a las incoherencias del discurso o la irracionalidad de los fundamentos. A esto llamo “el paradigma de la inseguridad”, o sea, el modelo que permite encerrar más infelices, más cruelmente y por más tiempo, para que no molesten la paz de la business society. (Elbert. 2013, p. 100)

Y como en la sociedad que es reproducción de un mismo sistema penal con las mismas lógicas de rechazo según la estratificación cultural dependiendo de los ingresos económicos, se vuelve un discurso que el autor llama hegemónico, como la justicia de los que pueden pagar, pueden tener mejores condiciones que las personas que no pueden hacerlo, y son perseguidos más fehacientemente en una política criminal encausada para ellos mismos.

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